El niño y sus sentimientos.



El comprender los sentimientos del niño, durante el divorcio, nos permite ayudarlo en estos momentos tan dolorosos y difíciles, para él.




Tus hijos se enfrentan a un mundo doloroso

y desconocido.



Comprende sus sentimientos,
para que puedas ayudarlos.



"Nos preocupamos por lo que un niño será mañana, pero se nos olvida que ya es alguien hoy". Stacia Tauscher (Escritora).



El mundo emocional del niño,
ante el divorcio de sus padres.


Cuando los padres se divorcian los niños viven emociones muy intensas y dolorosas.
Las más frecuentes son:

  • Tristeza y/o depresión.
    Estas emociones son el resultado de las pérdidas que están viviendo:

    Una familia con papá y mamá juntos, la estabilidad y seguridad que implica tener a ambos padres viviendo con ellos, la forma de vida que conocen, aunque sea conflictiva, tiempo compartido con alguno de los padres o con ambos, ya que éstos tienen menos tiempo y energía para estar con ellos, etc.

  • sensación de rechazo o falta de cariño.
    Con frecuencia los niños piensan, que si el padre o la madre que se va los quisiera más, permanecería con ellos.


  • Inseguridad y temor.
    Todo lo desconocido puede generar ansiedad e inseguridad.
    Un divorcio implica grandes cambios, que los niños no saben cómo enfrentar o de que manera les va a afectar.


  • Temor, provocado por el pensamiento de que si sus padres se dejaron de querer, pueden dejar de quererlos a ellos también.


  • Enojo.
    El coraje que sienten puede surgir por diferentes motivos:

    Lo injusto de la situación, la "falta de cariño" del padre o la madre que desea el divorcio y/o la "debilidad" o "indiferencia" del que no luchó más, por evitarlo, etc.

  • Es importante ayudarlos a reconocer el enojo, pero sin que lo manifiesten a través de la agresión.

  • Culpa.
    Con muchísima frecuencia los niños creen que ellos son los culpables del divorcio, por cosas que hicieron o que dejaron de hacer.


  • Vergüenza.
    Este sentimiento puede surgir ante:
    el temor por lo que va a decir la gente, sus amigos, etc., y/o sus propios sentimientos.
    por ejemplo, los niños pueden considerar, que tener miedo o llorar continuamente, está mal.

  • Confusión.
    A pesar de las explicaciones de los padres, hay conductas y sentimientos que los niños no entienden y que los desconcierta y angustia.
    Esta confusión es aún mayor, si no estaban conscientes de lo deteriorado de la relación.


  • Traición.
    Los niños esperan que sus padres estén siempre con ellos, para amarlos y protegerlos.
    Cuando, debido al divorcio y a los problemas que éste provoca, se sienten abandonados física o emocionalmente, por uno o por ambos padres, se sienten traicionados.


  • Impotencia, porque no tienen ningún control sobre la situación.


  • Soledad.
    Sienten que nadie puede entender plenamente su dolor y la falta de ambos padres.
    Uno, porque se va de la casa y el otro, porque emocionalmente no está con ellos, cuando lo necesitan.


  • Alivio, porque disminuyen los gritos y conflictos, por lo menos momentáneamente.


  • Esperanza de que los padres regresen y vivan juntos nuevamente.


  • Responsabilidad.
    Sienten que están obligados a hacer sentir bien al padre o a la madre, cuando los ven sufrir.
    En estos casos, los padres deben de ser muy cuidadosos de no fomentar esta actitud, ya que implica una carga emocional demasiado grande para los hijos.


  • Presión u obligación de hacer algo para evitar el divorcio y mejorar la relación.


  • Culpa y deslealtad.
    Con frecuencia los hijos se sienten que, si le demuestran su cariño a uno de sus padres, están siendo desleales con el otro.



¿Qué hacer?

Es difícil ayudar a un hijo cuando nos sentimos vulnerables, lastimados, inseguros o muy enojados.
Sin embargo, es en estos momentos cuando más nos necesitan.

Se tienen que enfrentar a una situación que no eligieron y para la que no están preparados.
Esto requiere un esfuerzo adicional de nuestra parte y es importante hacerlo, pero sin sentirnos culpables.

Lo más importante, es aceptar que tu hijo tiene derecho a sentir lo que siente y a decidir si quiere hablar o no, sobre sus emociones y que tú tienes que respetar su decisión.

Tiene derecho a sentirlas, pero no a actuarlas indiscriminadamente.
Por ejemplo, tiene derecho a estar muy enojado contigo, pero no a faltarte el respeto o a agredirte.

Presionar o tratar de obligar al niño para que hable de lo que le pasa, aumenta su malestar y lo aleja de ti.

Si no quiere hablar, es importante que sepa que respetas sus sentimientos y su decisión.
Que lo quieres mucho y que, si en algún momento desea platicar contigo, lo vas a escuchar con mucho gusto y con todo tu amor.

Es importante que se lo digas, aunque pienses que el ya lo sabe.

Evita que se sienta criticado o culpable.

Ayúdalo a expresar sus sentimientos, cuando él lo deseé.
Tanto los niños como los adultos, pueden tener dificultad para reconocer y/o expresar sus emociones.

Si el niño no puede expresar lo que siente, ayúdalo haciéndole preguntas como:
¿Estás triste?, me parece que estás triste ¿sabes que es lo que te hace sentir mal?, etc.

Para saber que preguntarle, observa su conducta, pero respeta su respuesta.
Aunque estés convencido de que está enojado, si te dice que no tiene nada, acéptalo.

No lo critiques, no trates de cambiar sus emociones para que se sienta mejor, ni las racionalices.

Durante un tiempo, lo importante es que aprenda a detectarlas y a verbalizarlas.
Más adelante aprenderá a manejarlas, disminuirlas o eliminarlas.

Escúchalo con respeto, no lo interrumpas y no le discutas lo que te dice, aun si es algo que te causa dolor.

Valida sus emociones.
Toda persona, incluyendo a los niños, tiene derecho a tener sus propios sentimientos, aun cuando sean diferentes a los nuestros.

Puedes decirle, por ejemplo:
- "No me extraña que te sientas triste en estos momentos".
- "Se que te duele mucho y que sientes que siempre va a ser así, pero vas a ver que el dolor va a desaparecer poco a poco" o
- "A mí también me da tristeza".
Este comentario debe de hacerse, sólo si es cierto.

Reconoce, acepta y respeta sus sentimientos y acepta que le va a llevar un tiempo para superarlos.
¿Cuánto?
El que él necesite.
Puede ser poco o puede ser un año o más.

No lo compares con los demás, ni siquiera contigo o con sus hermanos.
Cada niño es diferente.
Ayúdalo, apóyalo, pero no lo presiones.

Ofrécele tu ayuda.
Pregúntale: ¿Qué crees que podríamos hacer, para que te sientas mejor?
Si no se le ocurre nada, puedes hacerle alguna sugerencia como ver televisión juntos,, que lo abraces y/o le cuentes un cuento, que le hable por teléfono a su papá o mamá, que le haga un dibujo, etc.

Si quiere estar solo, déjalo.

Reconoce ante él, que tú también estas triste, enojado, etc., pero no compartas con él, aspectos personales.
Recuerda que es un niño y que no tiene la fuerza emocional, ni la capacidad para entender y compartir tus problemas.

No trates de buscar su bienestar emocional, dándole cosas materiales, comida, permisos especiales, disminuyendo las reglas de disciplina, etc., porque en lugar de ayudarlo le das un mensaje equivocado.
Recuerda que lo material no da bienestar emocional o espiritual duradero.

Para poder ayudar a tu hijo a manejar sus sentimientos y a sanar sus heridas, tú tienes que hacer lo mismo con los tuyos.
Mientras mejor estés tú, mejor va a estar tu hijo.

Trabaja sobre tu culpa, estrés, coraje y sensación de fracaso, si es que lo sientes.

Entiende su respuesta emocional lee el artículo sobre: Cómo ayudar a los niños, ante el divorcio de los padres.

Un divorcio implica muchas preocupaciones.
No permitas que éstas te agobien. Obtén información en: "El estrés, las preocupaciones y el futuro" y aprende a vencerlas.

Mantén los límites y la disciplina. Los niños los necesitan.
Si tu hijo presenta problemas físicos o de conducta, importantes, consulta con su pediatra o con un psicólogo infantil.




Lic. Silvia Russek.
Lic. en Psicología Clínica.
Especialidad en Terapia de Pareja.
Especialidad en Terapia Cognitiva.
Terapia por Internet. por videoconferencia.
Citas:
e-mail: [email protected]



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Silvia Russek.




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