Las causas del divorcio.


¿Sabes que sucedió?




Buscando respuestas, no culpables.


“Los hombres superficiales creen en la fortuna, creen en las circunstancias. Los fuertes creen en las causas y en los efectos”.

Ralph Waldo Emerson (Filósofo y poeta estadounidense).



¿Por qué es tan importante entender las causas de un divorcio?

Nuestra vida, nuestra conducta y la conducta de los demás, están determinadas por la relación causa-efecto:
Las cosas suceden porque algo las provocó.

Pudo ser una sola causa o la suma de varias.
Podemos conocerlas o no.

Pueden ser:

  • Obvias e indiscutibles.

    Por ejemplo:
    Voy manejando y se me cae el celular, me agacho a recogerlo y choco.
    En este caso, es fácil conocer la causa.

  • Poco claras o incluso inconscientes.

    Como los pensamientos, recuerdos, emociones, sobre todo si no son expresadas, hábitos de conducta, etc.

¿Por qué es importante entender esta relación?

Cuando no conocemos las causas del divorcio, pueden suceder varias cosas:

  • Repetimos el mismo error una y otra vez.

  • No aprendemos nada de lo que está sucediendo.

  • Suponemos cosas que pueden no tener nada que ver con la realidad, lo que puede provocar mayores problemas o hacernos sufrir inútilmente.

    Por ejemplo:
    Mi pareja está de mal humor y yo, sin aclararlo con ella, doy por hecho que está enojada conmigo.

    Esta suposición puede provocarme diferentes emociones que me hacen sentir mal (enojo, tristeza, preocupación, angustia, etc.) y/o distintas conductas inapropiadas (le dejo de hablar, le hablo de manera golpeada, etc.) que pueden provocar pleitos o problemas entre nosotros.

Cuando no conocemos las causas de nuestro divorcio, podemos atribuir culpas equivocadamente, se afecta nuestra autoestima, no podemos perdonarnos y perdonar a nuestra ex-pareja, tomamos decisiones equivocadas y sobre todo, no aprendemos de lo que sucedió y vamos a volver a cometer los mismos errores o parecidos, con otras personas.





Las causas pueden ser:
Internas y/o externas.

Internas.

Estas se pueden dar tanto en el hombre como en la mujer.
Pueden darse en uno o en ambos.

  1. Falta de conocimiento de nosotros mismos.
  2. Expectativas personales, no cumplidas.
  3. Intolerancia ante las diferencias de la pareja.
  4. Inmadurez.
  5. Desinterés en mejorar la relación.
  6. Insatisfacción personal.
  7. Celos injustificados.
  8. Baja autoestima.
  9. Una idea equivocada del amor.
  10. Falta de reconocimiento y aceptación de las crisis normales de la pareja.
  11. Dejamos de amar a nuestra pareja.
  12. Falta de compromiso emocional.
  13. Por aprendizaje de experiencias previas, sobre todo durante la niñez.






Falta de conocimiento de nosotros mismos.

Cuando no nos conocemos, no sabemos lo que realmente deseamos y lo que nos molesta, negamos muchos de nuestros sentimientos e incluso de los pensamientos y creencias que determinan nuestra conducta.

Esto hace que desconozcamos la causa de nuestra insatisfacción y coraje y culpemos a los demás de nuestro malestar, sufrimiento o conducta.
Esta actitud aumenta nuestros problemas y evita que busquemos una solución.





Expectativas personales, no cumplidas.

Cuando nuestra idea de lo que "debe" de ser nuestra pareja o de lo que nos "debe" de dar, está basada en nuestros deseos o sentimientos y no en la realidad, pueden surgir grandes problemas en la relación.

Estas expectativas están basadas en nuestras necesidades, carencias y forma de ser y en la creencia de que si mi pareja me quiere, me va a hacer feliz.
Esto es un error.

Ninguna persona puede darme bienestar interno, ni satisfacer expectativas idealizadas.




Intolerancia ante las diferencias de la pareja.

Con la convivencia, conocemos aspectos de nuestra pareja que pueden desagradarnos.
Aspectos que no percibimos o les quitamos importancia durante el noviazgo.

Al enfrentarnos a ellos, exigimos al otro que sea diferente, sin preguntarle a nuestra pareja si puede y quiere cambiar.

No buscamos un camino común y enriquecedor para el manejo de dichas diferencias.
Ni tomamos en cuenta la importancia y necesidad de hacerlo, ya que a mi pareja le sucede lo mismo.

La base de cualquier buena relación no está en que el otro sea como yo quiero.
Está en establecer acuerdos, comprender y tolerar las diferencias y dar lo mejor de mí.

Si ambos actúan así, la distancia emocional se acorta.





Inmadurez.

Una relación no puede funcionar cuando la actitud de uno de los miembros es infantil, irresponsable o exageradamente dependiente.

Cuando esto sucede, la persona inmadura espera que el otro la "haga feliz", le solucione los problemas, etc. y su conducta tiende a ser caprichosa, inconstante, berrinchuda, etc.

Esta actitud desgasta la relación y cansa a la pareja.





Desinterés en mejorar la relación.

Todas las relaciones tienen épocas críticas y difíciles.

Cuando la relación nos interesa, estamos dispuestos a trabajar para mejorarla.
Esto implica un esfuerzo personal, basado en el reconocimiento de nuestra responsabilidad y en el trabajo relacionado con nuestra conducta como pareja.

Pero sobre todo, no esperar que sea el otro el que de el primer paso o el que haga lo necesario.
No importa quién es el "culpable".
Si me interesa arreglar las cosas, no me espero a ver qué pasa.
Actúo.





Insatisfacción personal.

Podemos estar insatisfechos de nuestra relación.

Pero cuando la causa básica de nuestros conflictos como pareja, surge de la insatisfacción personal, no podemos exigirle al otro que llene nuestros huecos emocionales o de tiempo.

Nos corresponde a nosotros averiguar qué nos sucede y tratar de resolverlo.





Celos injustificados.

Los celos son fuente constante de conflictos y malestar para ambos miembros de la pareja.
Cuando son injustificados, tienen que ver más con nuestra autoestima, que con el comportamiento de nuestra pareja.

Por lo tanto, la solución está en nuestras manos.





Baja autoestima.

Una autoestima baja, repercute en todas las conductas y actitudes de quién la vive.

En la relación de pareja, cuando uno de los miembros o ambos son muy inseguros, su actitud es negativa, genera tensión y malestar.

Por ejemplo:

  • La persona tiende a ser muy dependiente o a buscar la constante aprobación y elogios de su pareja, lo que puede ser agobiante para ésta.

  • Cuando se siente mal, insegura, criticada, atacada, etc., (lo que sucede con frecuencia), demanda de su pareja que la "haga" sentir bien.

  • Le es difícil reconocer sus errores, pedir disculpas "responsablemente" y actuar para remediar las cosas.

  • Puede ser muy demandante y/o celosa.






Una idea equivocada del amor.

Cuando esto sucede, la persona cree y por lo tanto espera, que la emoción y excitación de los primeros momentos, sea constante y dure para siempre.

También puede pensar que con amarse es suficiente para que se dé una buena relación, por lo que no se esfuerza por mejorar la suya.





Falta de reconocimiento y aceptación de las crisis normales de la pareja.

Si no aceptamos que existen etapas críticas en todas las parejas, cuando éstas surgen, en vez de buscar la solución y adaptación a los cambios "normales", las vemos como amenazantes o sinónimo de que el amor y/o la relación ya se terminó.





Dejamos de amar a nuestra pareja.

Es importante distinguir entre el enamoramiento y el amor maduro.
El enamoramiento no dura más de unos años.
El amor también puede acabarse.

Cuando esto sucede. es importante analizar qué es lo que se terminó.
El amor, el enamoramiento o ambos.

El enojo, resentimiento o ideas equivocadas, pueden impedir que reconozcamos nuestros verdaderos sentimientos hacia nuestra pareja.

El amor se puede acabar por el desgaste de los conflictos, la tensión mal manejada, por constantes decepciones, infidelidad, etc.
O puede ser que nunca haya existido y que lo que pensamos que era amor fue simplemente dependencia, amor idealizado, etc.





Falta de compromiso emocional.

El compromiso es una actitud.
Es el deseo y la resolución de involucrarme con la otra persona.

De respetarla y dar lo mejor de mí, porque yo deseo hacerlo.
Sin condicionarlo a la conducta de la otra persona.

El compromiso está basado en un acuerdo conmigo mismo y/o con el otro y puede ser cambiado o terminado cuando lo considero necesario, aceptando las consecuencias de mi decisión y conducta.

Es importante recordar que una relación es de dos.
Para que se de un buena relación, ambos tienen que estar presentes emocionalmente y dispuestos a dar lo mejor de sí.





Por aprendizaje de experiencias previas, sobre todo durante la niñez.

Las experiencias que vivimos en la niñez son la base de muchas de nuestras creencias, temores y conductas.

Si aprendimos, por ejemplo, a huir de los problemas o a creer que ningún hombre (o mujer es) confiable o vale la pena, no vamos a luchar por resolver los problemas que se presentan en nuestras relaciones.





Externas.

Entre las principales causas externas encontramos:

  • Situaciones críticas o problemáticas del matrimonio y de la vida.
  • Problemas importantes de comunicación.
  • Rutina y aburrimiento.
  • Violencia intrafamiliar de parte de cualquiera de las dos personas, hacia la pareja o hacia los hijos.
  • Alcoholismo o drogadicción.
  • Etc.
  • Situaciones críticas.

    Son aquellas situaciones críticas o problemáticas que no se sabe manejar y que van acumulando sentimientos negativos que llevan a la distancia emocional y/o a conflictos constantes que acaban con la relación.

    Por ejemplo:
    Un embarazo no deseado. Enfermedades importantes en un miembro de la familia. Problemas sexuales. Infidelidad. Problemas económicos. Intervención constante de la familia de cualquiera de los dos.




  • Problemas importantes de comunicación.

    Cuando no hablamos sobre lo que sucede, atacamos al otro, dejamos de hablarnos ante los conflictos, nos faltamos al respeto, etc., se van creando las bases del resentimiento y la distancia o divorcio emocional.

    También puede suceder que, debido a las ocupaciones de ambos, la pareja deja de compartir y de comunicarse, hasta llegar al desinterés mutuo.





  • Rutina y aburrimiento.

    Cuando nos sentimos apáticos y poco motivados para estar con nuestra pareja o para hacer algo por mejorar la relación, está se termina, independientemente de que nos separemos o de que continuemos juntos.





  • Violencia intrafamiliar de parte de cualquiera de las dos personas, hacia la pareja o hacia los hijos.





  • Alcoholismo o drogadicción.





  • ¿Qué puedes hacer?


    Analiza cuáles pudieron ser las causas de tu divorcio.
    Recuerda que generalmente son más de una.

    Enfócate en ti.
    En lo que crees que está relacionado con tu actitud de vida, pensamientos, sentimientos y conducta.

    No busques culpables.
    Responsabilízate por lo que tiene que ver contigo.

    Recuerda que un matrimonio es de dos y un divorcio también es de dos.
    Lo importante no es que te sientas culpable o enojado contigo mismo por lo que hiciste o dejaste de hacer, sino que aprendas de tus errores.

    Aunque en estos momentos no lo veas así, la vida sigue y tienes por delante muchas oportunidades de ser feliz.
    Pero para ello tenemos que aprender de nuestros errores, corregirlos cuando es posible o evitar volverlos a cometer.



    Psic. Silvia Russek.
    Lic. en Psicología Clinica.
    Especialidad en Terapia de Pareja.
    Especialidad en Terapia Cognitiva.
    Terapia por Internet. por videoconferencia.
    Citas:
    e-mail: [email protected]



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    Recuerda:

    El camino al éxito, está formado por información, acción y perseverancia.
    Cada paso, por pequeño que sea, te acerca a la meta.

    Tú puedes lograrlo.

    Silvia Russek.




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